¿Y cuántas mesas?
Pasadas las 9 de noche del día jueves pasado, no fue alcohol del fondue, ni las nauseas que me causaba la pareja que quedaba justo frente a mi en el café, pero termine hablando del amor y la inseparable pregunta de: ¿cuánto me quieres?, me pregunte porqué tenemos que cuantificar el amor, porqué algo que no es asible queda enjaulado en un monto, en una distancia, porque tratamos de encarnar un sentimiento en objetos, y es curioso que por lo general las cosas que se dan para demostrar afecto son efímeras, las rosas se secan, los chocolates se comen y después valen mierda, los besos no son mas que instantes, las palabras se consumen…
Entonces cómo responder a esa pregunta, diciendo te quiero 100 kilos, te quiero 10 sillas, 100 000 kilómetros, o como diría Natalia Lafourcade en una canción “te quiero de aquí a Marte”, aunque para mi tendría mas sentido decir ¡te quiero de aquí a Amarte”, sin embargo no dejaría de separar el querer y el amar, que es algo muy cotidiano por lo menos en México, como si querer fuera menos que amar, claro deja en evidencia la ambigüedad del lenguaje, si seguimos con el termino querer seria mejor preguntar: 1.-¿cómo me quieres?, 2.-¿para qué?, 3.-¿por qué?. Dando como respuestas a esas preguntas respuestas como: te quiero debajo de mi, para charlar, porque estoy de ociosa. Mas no dejaría de remitirnos a un instante, tan efímero como todo lo que ya he mencionado.
La noche de café terminó en un abrazo y con estas palabras saliendo de mi boca:
- te quiero mucho M…
- ¿Cuánto?
- Mucho, mucho.
En ese momento entendí que es mas fácil decir te quiero mucho, mucho, cuantificando el sentimiento, que responder esa sarta de preguntas que había alegado la misma noche. Aunque quizá desde hoy diga te quiero 10 sillas… y espero no pregunten:
- ¿y cuántas mesas?
- ¿Mesas?, no, yo hablaba de sillas voladoras, el quererte me produce nauseas, jajajajaja…